Diez consejos para aprovechar el paseo con los niños (I)

Family Generations Parenting Togetherness Relaxation Concept

Hace semanas que los expertos en salud y psicología infantil recomendaban a las autoridades que los niños pudieran salir a la calle, al menos un rato cada día. Se trataba de una necesidad especialmente acuciante en espacios limitados de confinamiento. Efectivamente, no es lo mismo encerrarse en un chalet o un piso con una gran terraza, que hacerlo en un pequeño apartamento urbano. Tras más de un mes enclaustrados en sus hogares, por fin los pequeños de la casa podrán estirar las piernas y respirar aire puro.

Estas salidas, que podrán realizarse a partir del próximo domingo, se verán sometidas a importantes limitaciones de tiempo, contacto y distancia. A falta de conocer las condiciones definitivas, queremos sugeriros diez consejos para que los padres y madres podáis optimizar estos paseos. Hoy os proponemos los cinco primeros.

1. Gestionar las expectativas.
Es probable que vuestros hijos piensen que estas salidas serán similares a las que realizaban antes del confinamiento. Y no va a ser así. Por ello es importante realizar una labor de concienciación, para que los menores no vean frustrados sus deseos de reencontrarse con sus amigos, jugar juntos, etc. Si explicamos abiertamente la situación y sus implicaciones sobre la salud de los demás, lo entenderán.

2. Preparar las primeras salidas.
Teniendo en cuenta que todavía no será posible jugar como lo hacían hace unos meses, conviene tener previsto qué hacer durante los primeros paseos. Al principio, los expertos recomiendan enseñarles a apreciar estas pequeñas escapadas: el hecho de volver a caminar por la calle, disfrutar del aire exterior, percibir los rayos del sol, etc.

3. No forzarles a salir.
Muchos niños, con tal de abandonar el confinamiento, tendrán ganas de salir para hacer lo que sea. Pero, para otros, las limitaciones decretadas restarán interés a la escapada, o quizás les asuste la crisis vírica que han seguido por televisión. Está bien que les animemos a salir, pero tampoco conviene obligarles. Si no quieren, no pasa nada.

4. Ejercicios de equilibrio.
Cuando ya llevemos dos o tres salidas, conviene comenzar a trabajar con ellos la psicomotricidad mediante juegos de equilibrio o de atención. Por ejemplo, podemos proponerles andar siguiendo una línea del suelo, caminar sin pisar los relieves de la acera, o realizar parte del paseo a la pata coja.

5. Estrechar lazos.
Hay que aprovechar este tiempo para reforzar de forma lúdica el vínculo familiar entre los más pequeños y el progenitor que los acompañe. Al margen del componente emocional, también será beneficioso para su sistema inmunológico, para agudizar sus sentidos, para su afán de descubrir cosas, etc. En el caso de los más pequeños, podemos jugar al tradicional veo-veo con objetos que nuestros hijos llevaban semanas queriendo contemplar.

Actividades curriculares en la naturaleza

Las experiencias vivenciales contextualizan y enriquecen el aprendizaje integral

Aprendiendo a utilizar la lupa

Los nuevos modelos educativos tienden a incrementar la importancia que se otorga a la actividad física que se realiza al aire libre. Concretamente, desde una perspectiva pedagógica, son cada vez más los profesionales de este ámbito que intentan difundir la conveniencia de incluir las actividades en la naturaleza como parte esencial del currículum escolar.

Estas iniciativas pueden llevarse a cabo tanto en el entorno inmediato (el espacio donde los alumnos se mueven habitualmente, como el patio del colegio), así como en lugares cercanos que no requieren la contratación de un medio de locomoción (por ejemplo, una zona verde de la ciudad o un parque de tirolinas urbano) o incluso también en entornos lejanos, que normalmente exigen cierta planificación y un traslado organizado (un río o una montaña).

Los expertos en educación física diferencian dos tipos de razones para promover este tipo de actividades: las curriculares y las personales. Entre las primeras destacan su capacidad para fomentar el trabajo en equipo, para contextualizar el aprendizaje de materias con carácter transversal, y para propiciar el conocimiento, el respeto, la conservación, la mejora y el disfrute del medio natural.

Respecto de las motivaciones de carácter personal, las actividades en la naturaleza favorecen que los alumnos interioricen habilidades que pueden ser posteriormente utilizadas en su tiempo de ocio. Por otro lado, la práctica de ejercicio al aire libre mejora el estado de salud físico y psíquico, refuerza la autoestima, fomenta la creatividad y promueve las relaciones interpersonales. Efectivamente, se trata de actividades con una fuerte interrelación entre iguales y un gran efecto socializador. Por último, tampoco deben menospreciarse los deseos del propio alumnado por medirse y superarse, mediante pruebas que supongan un reto calculado y controlado.

En definitiva, se trata de actividades en las que se ve a la persona como un todo, de forma integral y global, que aumentan el enriquecimiento vivencial mediante hábitos de conducta ideales para desarrollar objetivos actitudinales como la adaptabilidad, el aprendizaje, la autonomía y la colaboración.

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